viernes, 1 de abril de 2016

Bonito rincón en el Otoño de Las Islas Lofoten Norte de Noruega



 Las islas Lofoten, junto a sus vecinas Vesterålen, emergen a muy poca distancia de la costa continental, al norte de Noruega. Son, en realidad, la continuación de ese laberinto de fiordos que forma el litoral escandinavo y que ha quedado aislado, rodeado de mar.

El paisaje es espectacular. Lo forman elevadas paredes cortadas a pico que se sumergen casi verticales en el agua, pero también plataformas de roca que se elevan escasamente de la orilla con un perfil de suave relieve. El contraste está siempre presente en las Lofoten. No sólo por lo intrincado del relieve, también por el color que combina el gris oscuro del suelo rocoso y el verde intenso de una vegetación escasa pero siempre alimentada por la humedad de la lluvia y la nieve.

Canales, profundos brazos de agua, bahías, entradas del mar que se convierten casi en lagos componen el contorno marino del archipiélago y dan lugar a los rincones más pintorescos. Pequeños puertos, aldeas, ensenadas donde se asientan limpísimas playas producen un paisaje litoral espléndido.

El paisaje es el gran atractivo de las islas, que para resultar acogedoras necesitan del sol, porque el clima en invierno las hace extremadamente inhóspitas. Pero también atrae a los visitantes las actividades de aire libre que ayudan a disfrutar desde ángulos diversos de esta geografía tan singular. Caminar por los senderos que llevan a rincones de atractivo especial, participar en una excursión de pesca, o en una navegación para avistar ballenas serán aventuras bien gratificantes.

La cultura de las islas tiene también interés. Hasta hace poquísimo tiempo, el archipiélago vivió aislado. Las carreteras que pasan sobre puentes y unen unas islas a otras son cosa de hace cuatro días. Hasta las últimas décadas del siglo XX, las Lofoten estaban perdidas y alejadas de casi todo. Llegaba a ellas el correo en barco, pero la vida era sumamente precaria y la comunicación con el continente, en invierno, muy difícil. Se vivía de la pesca y de un comercio de subsistencia que obligaba a la población a ser casi autosuficiente. No hay ni que decir que la agricultura era casi un milagro, porque cultivar en un suelo de roca y con un frío polar la mayor parte del año era una tarea que no alcanzaba tan siquiera a asegurar la supervivencia de la población.

Una vida tan difícil dio lugar a tradiciones y a modos de vida muy particulares. Pequeños museos conservan los recuerdos de este pasado tan próximo en el tiempo pero tan alejado de las condiciones de vida actuales, en las que domina la prosperidad y en las que la miseria ha pasado a formar parte de la historia.


Fotos : El Coleccionista de Instantes




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...